Book

Description

Esta investigación desentraña los desafíos que enfrenta la democracia en México frente al fenómeno de la violencia político-electoral (VPE). A lo largo de dos décadas, este problema ha escalado, erosionando la confianza ciudadana en las instituciones y dejando a la democracia vulnerable ante el poder del crimen organizado. El libro analiza cómo factores como la alternancia en el poder, la pobreza, la producción de drogas y las disputas territoriales influyen en la incidencia de la VPE. Casos emblemáticos, como los municipios del Triángulo Dorado o los asesinatos de candidatos en Chihuahua, son evidencia de un patrón en el que los actores criminales buscan imponer un nuevo orden jerárquico, disciplinando a partidos, candidatos y votantes mediante el miedo y la violencia. Mediante una revisión crítica de fuentes académicas, se exploran las dinámicas regionales de la VPE: mientras que el sur-occidente enfrenta conflictos relacionados con recursos naturales y diversidad étnica, el norte es escenario de disputas por las rutas comerciales hacia Estados Unidos. La obra señala que la violencia afecta más a los partidos de oposición, especialmente en contextos de alternancia, lo que refleja una negligencia estructural en la asignación de recursos de seguridad. La investigación también revela un vínculo directo entre la desigualdad social y la prevalencia de la VPE, destacando cómo los grupos delictivos aprovechan la atomización social para influir en procesos electorales. A pesar de que los homicidios disminuyeron en las elecciones de 2021 respecto a 2018, los actos de intimidación, amenazas y violencia psicológica aumentaron, evidenciando una transformación en los métodos de control social. Este libro no solo busca entender las causas multifacéticas de la VPE, sino también proponer una reflexión urgente sobre la necesidad de políticas públicas efectivas que fortalezcan el estado de derecho y restauren la confianza ciudadana en los procesos democráticos.